Y los estudios de estos cerebros nos han llevado a aceptar que, aunque la relación entre edad cerebral y enfermedad es notable, el desarrollo de la enfermedad con una carga patológica inexorable no es el destino de todo cerebro humano.
Los bancos de cerebros pueden contribuir, y de hecho están contribuyendo, a definir los factores genéticos, epigenéticos, ambientales, de estilo de vida, etc. que permiten alcanzar edades avanzadas sin carga patológica significativa.
Y en cuanto al avance en el conocimiento del por qué, de la patogenia de la enfermedad, las muestras de los bancos de cerebros utilizadas en línea con modelos de enfermedad en células o en animales transgénicos, nos aporta información molecular imprescindible para que el fin de la misma esté menos lejano. Así, la incorporación de las iPSC (induced pluripotent stem cells) a la investigación de la enfermedad de Alzheimer ha sido un avance muy notable y realmente optimista.
Un último apunte: Donar cerebros, ya sea con o sin enfermedad, es aportar lo que no valdrá, cuando ya no estemos, a la mejora de vida de quienes aún estarán. Noticia de hoy mismo: En lo que va de año, en Zaragoza han aumentado un 50% las donaciones de cadáveres para la investigación.
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