28 noviembre 2009
26 noviembre 2009
25 noviembre 2009
Puede leerse en el Journal of Alzheimer Disease un estudio dirigido por la colega de la Universidad Autónoma de Barcelona, Mercedes Unzeta, en el que se asevera que una dieta rica en polifenoles y acidos grasos poliinsaturados disminuye la progresión y evolución de la Demencia tipo Alzheimer, la más frecuente de todas las demencias y enferemdad sociosanitaria por excelencia.
Los polifenoles se hallan en el té, cerveza, uva, aceite de oliva, vino, cacao, frutos secos, verduras y frutas, etc. Los ácidos grasos poliinsaturados en el pescado azul, los vegetales, girasol, soja, etc.
Estos componentes, se ha observado que generan aumento de producción de células madre cerebrales y nacimiento de otras nuevas.
Convendría orientar, todavía con mayor intensidad (EDUCACIÓN SANITARIA), si estos estudios se confirman con otros, a consumir una dieta más rica en este tipo de productos. Cada vez es mayor el número de personas que varían sus preferencias hacia un menor consumo de carne, sea la que sea, más pescado en frecuencia (no en cantidad), productos vegetales y no conservados.
Una cosa más que me imagino conocerán todos: ¿Saben que los ratones utilizados en estudios experimentales que comen menos viven más años?. Por allí va el futuro. No se olvide.
24 noviembre 2009
LISTAS DE ESPERA.
Leo en Diario Médico que en dos años no han disminuído las listas de espera en España. Es complicado que desciendan...
La salud es lo más importante que tiene el ser humano. Cualquier otra opción a la que pueda acceder o poseer pasa a segundo plano si la salud desaparece. En años de nuestros padres, la proyección vital no se asumía porque cuidáramos nuestra salud. Por otro lado, la opción de que se poseyeran los conocimientos que hoy se tienen relacionados con lo que es enfermedad o no, no existían. Hoy, los medios de comunicación, aunque sea de una forma dispersa en muchas ocasiones y con tintes alarmistas muchos más, hablan y refieren cultura sanitaria. Incluso, ahora, en tiempos de vacas flacas, se incide más hacia lo que más vale... Y se reclama y se exige. Incluso algunas veces, absurdamente, sin dar cobijo a la razón, pero incluso en este aspecto puede que no se esté actuando de la forma más comedida...
Mi impresión es que no se hace educación sanitaria como se debiera. Si algo queremos, algo nos ha de costar... Y no me refiero al aspecto económico... que nuestra sanidad pública la pagamos con nuestros impuestos, y nuestras nóminas se resienten por ello sin que nadie digamos nada en absoluto. Lo entendemos sensato que facilitemos la mejor sanidad a quien más lo precisa en el momento oportuno. Y ojalá nunca la necesitemos nosotros... éso significará que no hemos enfermado. Sin embargo, hemos de evitar enfermar y éso depende de todos y cada uno de nosotros. La prevención siempre ha sido el mejor tratamiento. Allí es donde se ha de incidir: hipertensión arterial, obesidad, diabetes, hipercolesterolemia, accidentes de tráfico, tabaquismo...
En cuanto a las listas de espera... debe hallarse una solución. Que salga un consejero (porque la salud está transferida a todas las comunidades) a intentar dar credibilidad del por qué no se opera más o por qué no se hacen las pruebas exploratorias que debieran haberse hecho hace meses... resta más, todavía, credibilidad a la clase política. Han de hacer algo porque por ello la voluntad popular les puso en su sillón y les proporciona las herramientas que quieren en cada momento. Los demás no podemos darles la varita mágica porque no poseemos la información que tienen ellos. Lo que, sin embargo, no es de recibo es que esas listas de espera deban ser sacrificadas en pos de trasladarse a otras estancias privadas porque son muchos meses de deseos insatisfechos y merma de su salud. La solución, en nuestro país, no debería ser que quien tenga dinero se vaya al sistema privado si desde el principio optó por el público.
22 noviembre 2009
Hace un tiempo leí una frase que me llamó la atención. La había escrito un psiquiatra llamado Thomas Szasz, y decía: La felicidad es una condición imaginaria que los vivos atribuyen a los muertos, los adultos a los niños y éstos a los mayores.
Obviamente el famoso o no famoso Thomas, pensaba en un estado totalitario, no en otro fragmentario al que es mejor conocer por partes y confluirlo ... si es posible.
Pensar en plenitudes siempre acarrea frustración. Si pensamos que nuestras correctas acciones, incluso buenas, buenísimas acciones serán siempre devueltas con igual medida... lo pasaremos mal, seguro. Debemos hacer lo que creamos positivo hacer por el hecho de creerlo, nunca por el premio a conseguir.
Éso que llaman bienestar psicológico es siempre diferente en cada persona. Y es que en ello ha tenido que ver de forma importante nuestra educación, el cariño que hemos tenido de pequeños, las dificultades de carácter económico que han existido en nuestra familia, las enfermedades que hemos sufrido, nuestra formación, etc.
En nuestra vida corriente interviene mucho la autoestima. En la época hippie no era infrecuente que jóvenes y menos jóvenes abrazaran otras causas abandonando sus hogares aduciendo que debían conocerse. En aquel entonces se daba poco valor a tal afirmación, producto, se pensaba, de algún disturbio mental transitorio. Sin embargo, hoy, vuelve a ser frecuente escucharlo... ¿Será porque la reflexión de la existencia no tan amplia de la vida obliga a sincerarse con uno mismo...?. Posiblemente. No lo sé exactamente. Lo que sí sé ciertamente es que resulta mejor el tránsito por este mundo si uno se conoce a sí mismo. Y éso es ya un comienzo del proceso de autoestima.
¿Nos preguntamos si nuestras cualidades son como las de otras personas?, ¿cómo son, en realidad?, ¿nuestro fin permite cualquier medio para conseguirlo?, ¿nos sentimos queridos?, ¿en cuántas ocasiones nos hemos sentido bien en los últimos siete días?, ¿qué deseamos...?.
Por no extenderme más en esta pequeña entrada al blog de hoy, que sí tiene que ver con la salud, no se obvíe..., creo que los momentos felices existen ¡faltaría más!. La extensión de los mismos ya depende de aspectos derivantes de lo que he dicho anteriormente.
Les deseo muchos momentos felices.