04 septiembre 2010


HACER LAS COSAS BIEN PARA CUIDARSE LA SALUD.


Según estudio efectuado en un total de casi 21.000 personas con edades entre 39 y 79 años, por un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge, la predisposición genética a la obesidad tiene matices de mucho peso si el afectado es sedentario o mínimamente activo: la diferencia llega al 40%.
La investigación plantea muchos interrogantes a los resultados, pero lo que deja muy claro es que, si bien, existen al menos una docena de genes relacionados con la obesidad, los hábitos sanos aminoran las consecuencias negativas de la obesidad en lo que a aparato cardiovascular, endocrino, locomotor, etc... se refiere.
Una duda que se tiene es si el ejercicio físico activa otros genes que neutralizan, o al menos contrarrestan la expresión de los que favorecen la obesidad, o también si el sedentarismo multiplica, en cambio, la expresión de esos genes.
Dieta saludable, ejercicio físico moderado y otras medidas son las que debieran creerse defintivamente que mejoran la calidad de vida. ¿Por qué cuesta tanto creerlo...? Y si no se confía en tal aseveramiento todavía, se consulte lo descubierto ya hace dos años por la Nobel de Medicina, Elizabeth Blackburn, cómo tales consejos recomendados anteriormente junto la capacidad de resistir el estrés psicológico influyen en el organismo y su longevidad protegiendo los telómeros, las puntas de los cromosomas. Cuando esas puntas se acortan y deterioran, el organismo está envejeciendo. De nuevo, el ejercicio incide. Y en el lado opuesto, se ha probado que el tabaquismo y la obesidad degradan los telómeros.