31 octubre 2009


INTUICIÓN.
No es infrecuente ver en la prensa norteamericana anuncios como: Este anuncio puede cambiarle la vida. Yo no diría tanto acerca de si este blog se la va a cambiar o no, es más... no lo creo. Lo que sí creo es que deberíamos cambiar los planteamientos que sobre temas como la intuición hemos tenido hasta el momento, a la luz de los últimos descubrimientos que han sido publicados recientemente.
La intuición es una especie de voz interior que nos avisa de que va a producirse un hecho o advierte de un peligro. Malcom Gladwell publicó en 2005 un libro que tituló Inteligencia intuitiva, del que vendió cerca de dos millones de ejemplares, en donde argumenta que puede conocerse la verdad en sólo dos segundos siguiendo exclusivamente las indicaciones de las vísceras (en latín tuición significa defender, e in, denbtro, con lo que intuición sería defender lo que viene de dentro).
Más interesante, y posiblemente menos comercial, resultan los descubrimientos del neurólogo portugués Antonio Damasio, galardonado con el Príncipe de Asturias por sus investigaciones. Mantiene que buena parte de los planteamientos del psicoanálisis "está en consonancia con la visión más avanzada de la neurociencia contemporánea, tras apoyarse en pruebas de neuroimagen para constatar las verdaderas llaves de la "lógica" del pensamiento humano. . Hasta Science ha publicado que el sexto sentido existe y está ubicado en la corteza cingulada del cerebro.
Fernando Trías de Bes, profesor de Esade y autor de muchos libros sobre análisis del comportamiento humano, concluye que "cuando la razón y la intuición no coinciden y hay que decantarse por una, lo normal es hacerlo por la intuición", "... el problema viene cuando nos dice que es mejor ser lógicos".
Las decisiones forman parte de la salud, no le demos vueltas. Saber optar por la mejor se debe a la reflexión, el análisis y la observación... y no siempre a la experiencia. Hay tantas personas que siempre que les toca elegir se equivocan...

29 octubre 2009


SALUD Y CORRUPCIÓN.

Me preguntaba ayer un paciente mi opinión acerca de los cada vez más sonados casos de corrupción en nuestro país. "Mire usted, me sienta mal que haya tanto individuo que desprecie de tal manera a los demás. Yo séría incapaz de coger algo que no es mío, y menos aún obligar a otro a que se corrompa por mí. He escuchado hoy en la radio, concretamente en Onda Cero, por la mañana a un pequeño constructor, cómo el sujeto que le contrataba la obra (pequeña para no sacarla a información pública), le exigía aumentar un 20% más para cobrarla él... "...
Mi contestación, como la de la mayoría de la mayoría de la gente de este país es la misma: deseo tener salud, física y psíquica, y la verdad, la gente que comete este tipo de delitos, sí, delitos, no la tienen. Su horizonte está en otro lugar, su forma de ser ya ha dejado de fomentar respeto, primero para él mismo, y qué decir de los demás... Ellos saben que solo podrán tener lo que puedan pagar. O sea, lo barato, porque lo que de verdad tiene valor, nunca podrán alcanzarlo.
La salud psíquica de quien corrompe, y también de quien es corrompido, se daña irremediablemente. Y yo me pregunto... ¿vale la pena...?.
Lo que sí me preocupa es que no se les habla a nuestros niños, los futuros gobernantes de este país, comunidad, ayuntamiento, que hacerse con lo ajeno se llama robar, y que la conciencia, que nos acompañará hasta el fin de nuestras vidas, no puede ser embarrada con estas malas prácticas. Debiera hacerles ver que si los padres no pueden cambiar de coche, o no tener coche, se usan los transportes públicos o se tiene otra cosa mejor para sentirse orgulloso, y si no se puede ir a la última en moda, posiblemente se pueda desarrollar más la imaginación para "reciclar" prendas de otros años... o estudiar más para hacerse valer en un futuro y mejorar el status social. Éso es lo que me preocupa.
A las personas se les admira por lo que son, no por lo que aparentan tener.
Mi paciente se fue convencido tras una larga charla (suya), que él era muy valioso. Éso es lo que importaba.

28 octubre 2009


RESILIENCIA.
Bajo la sombra de este cuadro del pintor oscense Alberto Carrera les/os anuncio el próximo comienzo de una actividad organizada por la Escuela en la Obra Social de Ibercaja en el Patio de la Infanta en Zaragoza, que lleva por título RESILIENCIA. La imparte el profesor Javier García Campayo, psiquiatra, a partir del día 9 de noviembre.
Para quien no sepa qué esconde este término le explicaré que es la capacidad que tienen los individuos que han padecido circunstancias muy adversas en la vida para poder recuperarse psicológicamente sin padecer traumas.
La influencia de la personalidad y el ambiente para que el individuo se vea impedido a superar situaciones traumáticas no es símil para que no pueda conseguirse mejorarlas. Tan solo, o tan mucho, hay que conocerse, y éso resulta en muchas ocasiones el principio del fin del problema.
Les/os animo a acompañarnos.

26 octubre 2009


SALUD POR EL ARTE.


Abogo que la persona que se alimenta, también, de cosas bellas por cualquiera de sus sentidos, es alguien que vive mejor, más serena, menos propensa a enfermar. Y aún me atrevo a decir más: ayuda a su curación si lo está. La pintura, la fotografía, el cine, la escultura, la música, la danza ... cualquier manifestación artística que se desee, abre la mente a la reflexión, al deleite y a la admiración de quienes participaron a dejarnos ver sus opciones de vida, sus deseos, sus momentos de felicidad.
Zaragoza reabrió la semana pasada el Museo Pablo Gargallo. Llevaba cerrado algunos años y, visto como ha quedado, ha merecido la pena. El gran Gargallo, innovador de materiales como el latón, el hierro o el cobre, a los que supo encontrarles su lenguaje particular para darnos grandes obras como Kiki de Montparnasse, el Profeta o el David, merecía tener un museo ágil que mostrase pedagógicamente su vida y trayecto profesional como cualquier otro de una ciudad cosmopolita. Por eso no se entiende lo que a continuación les voy a contar:
La fotografía del profeta que les he puesto en el comienzo de este artículo no está tomada en el Museo de Pablo Gargallo. Está tomada en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía, de Madrid. Allí se le rinde culto a este Pablo también universal, junto con varias obras pertenecientes al museo. Allí dejan hacer fotografías (sin flash), aquí ni con flash ni sin flash. Simplemente no dejan hacerlas. Preside el Patronato del Museo Nacional de Arte Reina Sofía, una gran señora, zaragozana, una gran, posiblemente la mayor coleccionista, de arte moderno de España, y , además, una gran especialista en estomatología, Pilar Citoler. Abierta al arte en su más amplia expresión, considera esta gran dama del arte, óptimo que se permita trasladar el respeto, el recuerdo y el deseo a que otros ciudadanos puedan compartir la belleza del arte. Aquí, en cambio, no. Aquí, aún habiendo pagado el ciudadano su remodelación, se le prohibe sentirse orgulloso de, por ejemplo, enviar por internet las imágenes de una espléndidas obras a amigos de otros extremos del país para animarles a venir a verlas, como ha sido mi caso.
Triste, que quien haya dado la orden de prohibir llevarse parte de la belleza del museo consigo, no haya aprendido de otros (como en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía), a donde siempre que se va pueden apreciarse mareas humanas fotografiar al Guernika, a Gala mirando el mar desde Port Lligat pintada por su amado Dalí, o a los arlequines de Picasso en cualquiera de sus más variadas opciones. Quien emitió ese verbo que no volveré a mencionar más que una sola vez -prohibir- porque me exaspera que todavía exista en nuestro vocabulario, debería ofecérsele la opción de comprender que existe otro: amar, amar el arte, amar las sensaciones, amar la ternura de las concavidades de las obras de este paisano que nos puso en ese paraiso de las artes que otros, como Goya, Buñuel, los Saura, Borao, Lorengar, etc... también nos pusieron. Imagino que quien dio esa orden... será un papista que no sabe ya quién es el suyo...

04 octubre 2009

SALUD INTELIGENTE.
La salud está considerada por más del 90% de las personas de los países occidentales una de las condiciones más importantes para el bienestar. Sin embargo, no es tan valorada en los pueblos de Oriente, en donde posiblemente sea su cultura más cercana a favorecer los aspectos más espirituales de la persona, aunque también para esta posibilidad existirían otras respuestas.
La mayoría de las personas cuando hablan de salud, lo hacen pensando en que funcionen bien sus órganos. Sin embargo este significado no es universal. Por ejemplo, la OMS define salud como "el estado de completo bienestar físico, psíquico my social", y no simplemente la ausencia de enfermedad.
La importancia de la salud es más patente en las personas mayores, para quienes el miedo a la dependencia, fundamentalmente, les hace visitar al médico con mayor frecuencia. Interesante fue, permítanme incluir un dato nuestro, la Tertulia de Salud organizada por la Escuela que el Dr. Juan José Lacleta, del Centro de Medicina Deportiva del Gobierno de Aragón, llevó a cabo el pasado viernes en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés en Zaragoza, acerca de cómo la elasticidad, el control físico de nuestros órganos varía con los años y cómo puede mantenerse de forma que se continúe sintiendo "libre" para llevar una vida positiva.
Saber que la autonomía pierde cada vez más significado, hace ver la finitud de la vida con una mayor claridad. Sin embargo, el estado de salud depende mucho del ánimo. La socióloga Ruut Veenhoven, publicó no hace mucho una revisión de más de cuarenta estudios concluyendo que encontraba un elevado nivel de felicidad o satisfacción en general, vinculado a una percepción positiva de la propia salud y a una esperanza de vida más larga. Según un estudio publicado por la Dra. Dorly Deeg, en el que participaron más de tres mil personas, de más de 65 años, todos en buen estado de salud física, psíquica y social, que fueron seguidos a lo largo de tres décadas, los participantes que se sentían contentos con la vida, con su vida entendida de forma inteligente...evaluaban más positivamente su forma física y tenían una expectativa de vida más allá de veinte meses que la media de la población.
Consecuentemente: de nada sirve pensar en la finitud de la vida, sí en los cambios físicos y psíquicos que ella conlleva, por supuesto, aunque solamente sea para ser algo más condescendiente con nuestro propio organismo. Y sí admitir que, sin embargo, aspectos ambientales, como seguir enamorándose todos los días de las personas que se quiere, de sus aficiones, de la naturaleza que le rodea, es lo más positivo que puede hacerse... por uno mismo. Es lo más cercano a eso que llaman felicidad.
Leí hace un tiempo una frase de un tal David Lykken que hablando de la felicidad, decía: "No hay nada más responsable de la añoranza de los buenos tiempos pasados que una mala memoria". Interesante, ¿no...?