14 septiembre 2015

UN LIBRO SOBRE LA FELICIDAD Y SUS MOMENTOS

Uno de esos libros que te dejan buen sabor de boca tras leerlos es éste: HABLEMOS SOBRE LA FELICIDAD.
Cada cual tiende o debe tener su propia opinión acerca de la felicidad, pero ¿tiene esa misma lectura en la adversidad?, ¿en la soledad?, ¿en la enfermedad o en la necesidad?.
Los ponentes de esta obra son el periodista Juan Ramón Lucas, que a través del diálogo con Sandra Ibarra –activista desde hace 20 años frente al cáncer y presidenta de la fundación que lleva su nombre– y Javier Fernández Aguado –uno de los pensadores españoles contemporáneos más reconocidos y referente en el mundo del management–.
De la conversación entre los tres se abre un enorme abanico de opiniones y reflexiones acerca de esa pequeña necesidad que todos los humanos buscamos para vivir con agrado una vida que no hemos pedido pero que sí hemos recibido.  

Somos mucho más fuertes de lo que creemos» destaca Sandra Ibarra quien, a lo largo del libro, aborda la felicidad desde la adversidad; «las herramientas del optimismo y las esperanza nos hacen reinventarnos y salir adelante» siendo la actitud frente a la vida lo único que podemos elegir, eso es lo que le ha enseñado la universidad de la vida.
«Vivir con un realismo que nos lleve al optimismo» es una de las claves de Javier Fernández Aguado para alcanzar la felicidad. Quien pretende vivir en un mundo ideal se frustra al descubrir que no es como se esperaba. El pragmatismo de la vida es ver que ésta se compone de momentos buenos y momentos no tan buenos. Hacer que estos últimos no superen a los primeros es obligación nuestra. Y puede conseguirse.



Os recomiendo este libro, vitalista, realista, escrito desde la sensatez y sin caer en ninguno de los extremos que podría dar esta temática. ¡Que se lea a gusto!


04 septiembre 2015

GUSTAR A TODOS

                                                                                                            Imagen de la artista Raquel Bartolomé

 
Es totalmente aceptable que incluso las personas que tienen sus autoestima más elevada, se sienten mejor cuando es aceptado por todos o, al menos, por la mayoría de su entorno. Sin embargo, luchar constantemente por gustar puede resultar muy estresante, dejando incluso al margen nuestras metas personales.
A las personas que intentan agradar a todos, al precio que sea, les horroriza la posibilidad de que alguien pueda enfadarse con ellas, de que no compartan su visión de cualquier tema. Y es que parten de una creencia equivocada: no necesitamos demostrar a nadie nuestra atención a todas horas para obtener su amor. Y ello nos provoca los siguientes problemas:

- Frustración permanente: Grábense a fuego en su interior lo siguiente: Nunca gustaremos a todo el mundo. Siempre existirá alguien que nos infravalore, que no entienda nuestra forma de ser o actuar por no proceder como él, por egoísmo mal elaborado, por envidia, por exagerada vanidad propia, porque hay personas limitadas emocionalmente, que son incapaces de amar, incluso de entender el sentimiento de amistad. No le de más vueltas. Cuanto antes lo entienda, antes evitará su sufrimiento.
 
- Sentimiento de inutilidad: Actuar según lo que a otros les parezca oportuno limita nuestra propia libertad de actuación y pensamiento. Nuestra personalidad se construye con el paso del tiempo a través de errores y de aciertos. Si precisamos la aprobación de otros, llegará un instante en que dejaremos incluso de tomar la dirección de nuestro camino vital (¿Se acuerdan del episodio del gato de Alicia en el país de las maravillas...). Hay expertos en este tema como Wayne Dyer que asume que el 50% de las personas con las que nos topemos en la vida no estarán de acuerdo con nuestras decisiones. Bueno... ¿y qué?. ¿Se frustra Ud. cuando ve por la calle al seguidor del Atlético de Madrid portando su camiseta acreditativa cuando Ud. lo es de la Unión Deportiva Las Palmas...?. Pues eso... sencillamente pertenece a otro equipo, tiene otras afinidades, otros objetivos...
 
 
Sin embargo, nosotros mismos podemos, (y de hecho, lo hacemos) generar esas piedras que entorpecen nuestro camino vital. Imagínese escribiendo un guasap a alguien y no recibiendo respuesta con la rapidez que esperaba... ¿Estará enfadado conmigo?, ¿le habré disgustado por lo que he escrito...?... Pues a partir de ahora yo le contestaré de la misma forma...seré frío con él... si me responde le contestaré en días...
Finalmente descubrimos que estaba en el cine con el teléfono en silencio, o iba conduciendo, o se dejó el teléfono en su casa...Éste es un ejemplo típico de sufrimiento injustificado a causa de la  posible opinión ajena, ya que nos pre-ocupamos por algo que imaginamos roto, cuando ni siquiera se ha rayado...
 
 
Una vez asumimos que no tenemos por qué gustar a todo el mundo, de la misma forma que asumimos que hay personas que tampoco nos gustan a nosotros, por sus conductas, sus modales, sus asentimientos, recobramos la libertad para vivir desde la autenticidad.
 
 
 
 
 
P.D. La editorial Urano publica dos libros interesantes acerca de lo que he hablado: La necesidad de complacer, de M. Fine, y Amar lo que es, de B. Katie.
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