30 noviembre 2010


TIEMPO DE AJUSTES EN LOS GASTOS.
Se va a introducir la obligación de poner en las recetas de la sanidad pública que se expidan a los pacientes el número de unidades que se recomiendan utilizar para la dolencia que sufren. Y parece que el gesto no ha gustado a todos... Desconozco el motivo por el que no se piensa que es mejor usar solamente lo que se precisa, que tirar a la basura o duerman el sueño de los justos aquellos fármacos cuando ya se piensa que basta de tomarlos, o se ignore la recomendación del médico (el único que puede prescribir) para curar una amigdalitis o una migraña, por ejemplo. Evidentemente es una medida de control del gasto farmacéutico (que pagamos todos, no se olvide, TODOS), se use o no se use tal prescripción. ¿Por qué prescribir una caja de 20 comprimidos si con 14 es suficiente?.
Y también deberían controlarse otros gastos que deben supervisar quienes están capacitados jerárquicamente para ello, como por ejemplo cumplimiento por parte de todos los que trabajamos en sanidad de: objetivos, horarios de trabajo, uso de productos desechables, pruebas innecesarias, consumo de elementos ambientales, fármacos más baratos entre los existentes y recomendados por Sanidad... La equidad también lo conforman estos aspectos que parecen ser de obligado cumplimiento siempre para otros...
Hacer reflexión acerca de aspectos que el médico, el sanitario en general, ha de cumplir es de ley, como también la confianza del paciente en el médico o el sanitario en general también debe serlo. Y también, ¿por qué no, de las diferentes sanidades públicas del país... 17...?:
Hace tiempo que medicamentos aprobados por las agencias reguladoras europeas y nacionales no se encuentran en algunos de los principales hospitales de España. El arsenal terapéutico de unas comunidades y otras es muy diferente debido a la dispersión y libertad de toma de decisiones de los servicios sanitarios de las diferentes autonomías que perjudican, en ocasiones, a los derechos fundamentales de los pacientes. Esta situación de fragmentación provoca que encontremos sujetos afectados por una misma enfermedad que acceden o no a su medicación en función de dónde residen”, señaló el Dr. José Luis Poveda, presidente de la SEFH. (Jano.30. Novbre.2010)
Esta época tan cruda que nos está tocando vivir también puede ser un momento óptimo para ser mejores. Solo hay que pararse a pensar en ello.

18 noviembre 2010


EFECTOS PLACEBO.



Leo que en una comunidad autónoma de nuestro país acaba de multarse (con una multa pecuniaria ridícula, sea dicho de paso) a la empresa que vende esas pulseritas de silicona que promete curar cualquier tipo de dolencia, conseguir la felicidad tanto tiempo anhelada, restablecer el equilibrio perdido, etc... Les han denunciado casi todas las organizaciones de consumidores del país por propaganda falsa y prometer cosas que nadie cree (ni incluso los que las compran) y que aún así han hecho con ellas una verdadera fortuna. Y sigo sin comprender cómo en una sociedad avanzada como la nuestra, en la que los que nos dedicamos a este serio negociado del curar, nadie nos arriesgamos a decir las insensateces que algunas publicidades repiten machacosamente... y se permite. ¿Puede ser que sea por evitar el excesivo paternalismo en el que se cayó en un pasado...?. Puede.
En momentos de crisis, estrés, infelicidad, etc. la gente comprará lo que se les ponga por delante...debieron pensar los creadores de la pulserita. Y acertaron. Podrían haberla vendido sin la necesidad de prometer falacias, solamente porque son bonitas, tiene un diseño agradable, los colores alegran la vista, etc... pero dieron un paso adelante y se dirían que el efecto placebo funciona bien. Puede. Si este efecto funciona con la política, las cremas faciales, los automóviles... ¿por qué no con una pulserita a un precio módico...?. No tan módico, diría yo: 30 Euros. Y llevan vendidas según me informo cerca de 500.000... Saquen cuentas...
El efecto placebo existe, sí, pero sería preciso hablar más de él. Me entero de una guía terapéutica publicada enero de 2010, procedente de Escocia titulada 'Non-pharmaceutical management of depression', que ha sido realizada por expertos de diferentes profesiones y ámbitos, y avalada por el prestigioso NICE (National Institute for Health and Excelence).
Es de un documento magnífico en el que se revisan de una forma rigurosa las auténticas utilidades de más de 30 técnicas y remedios que con frecuencia se usan para el tratamiento de las depresiones. De forma exhaustiva se escruta la información científica disponible sobre técnicas de psicoterapia, métodos de autoayuda, ejercicio físico, cambios de estilo de vida, remedios de herboristería, suplementos nutricionales y terapias complementarias o alternativas. Y las conclusiones a las que llegan son sencillas y claras: En general, sólo hay evidencias que sustenten la recomendación de algunas técnicas psicoterapéuticas y de autoayuda (terapia cognitiva, conductual, interpersonal, 'mindfuldness', psicoterapia dinámica breve, y autoayuda guiada por personas o computadoras). Para el resto, incluyendo todas las terapias herbales y nutricionales, cambios en el estilo de vida, ejercicio físico, terapias complementarias (acupuntura, homeopatía, masajes, etc.) no hay evidencias científicas que apoyen su recomendación clínica. Está disponible en internet, por lo que se puede revisar sin ningún problema para valorar por uno mismo estas conclusiones.
Obviamente, algunas de esos remedios "no validados" pueden ayudar a sentirse mejor, más saludables, etc., pero no resultan útiles para tratar las depresiones. Aún así, es llamativa la cantidad de veces que se recomiendan.
Lo malo de usarlas no es que no surtan ningún efecto para la enfermedad a la que supuestamente se dirigen sino que evitan llegar con el suficiente tiempo con los útiles terapéuticos que sí están reconocidos que son útiles. Y por ello, el remedio sensato deberá ser más agresivo y la posible curación más lejana. Mientras tanto, pierde el paciente, pierden sus allegados, y ganan los de siempre, los de las pulseritas.