28 junio 2016

EL ATAQUE DE PÁNICO


Sufrir un ataque de pánico es una experiencia muy dolorosa, no ya solo por la sintomatología nerviosa sino por la somática que le acompaña. Las conductas ansiosas se individualizan y se reserva  una forma particular para los ataques de pánico, que deben responder a los criterios clínicos siguientes:
1- Aparición de 3 ataques de pánico en menos de 3 semanas (sin relación con un esfuerzo físico intenso, una amenaza vital o desencadenante determinada)
2- Ataques que se manifiestan mediante períodos de temor y miedo, y que deben incluir por lo menos 4 de los síntomas siguientes:
 
.Disnea
.Palpitaciones
.Dolores o molestias torácicas
.Sensación de asfixia
.Aturdimientos, vértigos y sensaciones de inestabilidad
.Sensación de irrealidad
.Parestesias
.Sensaciones súbitas de calor y frío
.Sudores
.Impresión de desvanecimiento
.Miedo de morirse, de enloquecer, de cometer un acto incontrolado
 
3- Los ataques no se deben a un trastorno físico o mental, tal como depresión, somatización, etc.
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08 junio 2016

LA ANSIEDAD Y SUS TIPOS


Experimentar ansiedad es un hecho muy habitual. Cada día nos enfrentamos a situaciones que consideramos estresantes generadas por reacciones emocionales como: agitación, trastorno de memoria, trastorno de orientación, trastorno del sueño, trastornos asociados a la personalidad de cada uno, etc. Cada respuesta será siempre desagradable a quien la presenta porque dependerá del momento en que se presente, la duración de la misma, la situación que conlleve, etc
Existen distintas asociaciones de la ansiedad. Puede ser con la depresión: Malestar ante un peligro impreciso. El entorno deja de tener importancia o la tiene muy escasa. Lo que hasta entonces era familiar deja de serlo. El ansioso se siente un extraño, un extranjero. Sufre físicamente, ya que experimenta sensaciones de ahogo, de opresión. Se siente triste. Pero todo es pasajero. Cuando recupera la calma, su humor vuelve a ser adaptado y normal, regresará a valorar las cosas como antes. En la depresión existe también la tristeza, pero el sujeto se halla sumido en ella. El entorno y el ambiente no le aportan ninguna ayuda. No desea nada, y sobre todo, no concibe que sea posible nada mejor, puesto que vive en su pesimismo crónico. La ansiedad y la depresión evolucionan de forma muy distinta. La ansiedad cede o puede ceder por sí sola. La depresión siempre precisa de terapia.
Por su intensidad o su duración, la ansiedad puede engendrar sentimientos acrecentados de minusvaloración y de culpabilidad, desembocando al cabo de un tiempo en una depresión con abulia, astenia y culpabilidad en primer término. A la inversa, una depresión que se manifiesta al principio por una pérdida progresiva del interés y de los valores, de las vivencias, del ambiente, desencadenará una ansiedad reaccional ante esas pérdidas sucesivas, de las que el sujeto es consciente.

Si se relaciona con la neurosis, y más en concreto la conocida antaño como neurosis de angustia, en la que se injertan los paroxismos caracterizados por ataques agudos de angustia con una participación máxima del cuerpo. En otras ocasiones las neurosis son fóbicas, obsesivas o de carácter histérico.
También son de interés los ataques de pánico, cuando su aparición son tres ataques de pánico en menos de tres semanas sin relación con ningún esfuerzo físico intenso, amenaza vital o desencadenante determinado. Han de poseer al menos cuatro de estos síntomas: disnea, palpitaciones, molestias torácicas, signo de asfixia, sensación de inestabilidad, sensación de irrealidad, parestesias, sensaciones súbitas de calor y frío, sudores, impresión de desvanecimiento, miedo de morirse.
Y por último, solo señalarla, la ansiedad psicótica, angustia especialmente intensa, asociada a graves modificaciones patológicas de la personalidad, en la que la ansiedad procede de amenazas ante la disolución de la integridad corporal y se manifiesta por una vivencia de disociación, de despedazamiento, de explosión del cuerpo y de la mente..