25 marzo 2008

Una de las expresiones de que una sociedad camina en el sendero adecuado para ser o seguir siendo sólida y con perspectiva de futuro lo configura el deseo de conocer. Es interesante ver las colas de espectadores que se concitan ante una gran exposición. Y no solamente cuando se trata de Picassos o Modigliannis sino también cuando lo son de fotografías de grandes exploradores antárticos o de colecciones de vestidos de grandes modistos... Es falso que a la gente le aburra la cultura. Lo que les gusta/lo que nos gusta, es lo bueno, lo que transciende, lo que le hace palpitar. Y la diversidad. Y no le gusta/no nos gusta lo chabacano, lo que chirría o agrede, lo que pasará sin pena ni gloria. Ver una sala de exposiciones con jóvenes intentando desgranar los motivos que le impulsaron al artista pintar aquel sol de color intensamente rojo no es extraño. Y la lectura, el cine, el teatro, etc... son otras expresiones que no decaen sino todo lo contrario. Y sí, también son indicativos de salud, mental y física. Una persona con interés por lo que le rodea, es una persona que se cuidará más en sus hábitos dietéticos, en su cuerpo y en su mente para seguir admirando lo que nunca podrá comprarse en ningún supermercado.
Una sociedad motivada, con deseos en definitiva, es una sociedad positiva y sobre todo con futuro.

19 marzo 2008

Pensar ecológicamente es pensar en salud, obviamente. Hace unos días escuché en un programa de radio cómo argumentaban varios radioyentes la incongruencia de la construcción reciente de un hotel con todas sus paredes de cristal en la ciudad en donde más calor hace en verano en nuestro país o de un gran aeropuerto español con también todas sus paredes de vidrio. Era injustificante el enorme despilfarro en frigorías y calorías, según épocas del año, a parte de su gasto en limpieza. No les convencía el argumento posible del buen aislamiento o del avanzado diseño con cubiertas que solo podían sospecharse. Casualmente la semana pasada fui a buscar a mi hijo al aeropuerto de mi ciudad, inaugurado apenas hace un mes, y advertí que el exceso en paredes acristaladas también aquí se podía vislumbrar, a parte de unos techos muy elevados. Temí al momento lo que sucedió en la estación de tren hace unos años. Desde el principio sorprendió la comunicación abierta con los andenes, los techos altííííííísimos y la carencia casi de toberas de aire acondicionado... y casi de todo... Ahora nos toca a todos los ciudadanos pagar ese dislate. Pensar ecológicamente es pensar en salud y, sí, evitar el consumo exagerado de bolsas de plástico en el supermercado, sí, pero también en exigir el buen uso del gasto público (¿y privado que limita con el bien social?) que será soporte para luego poder invertir más en crear centros de salud o investigar sobre el cáncer.

11 marzo 2008

Ser 11 de marzo en nuestro país supone llevar nuestra memoria a unos años atrás en que nos vimos alterados por un trágico suceso en Madrid, un acto terrorista que segó la vida a muchos ciudadanos. Este aniversario nos ha conducido a un grupo de compañeros del hospital en donde trabajo a considerar lo que en tantas ocasiones se nombra de eximencia de un acto violento por enajenación mental. Creo que, en efecto, hay actitudes que el ser humano lleva a cabo y que no son metabolizados en exceso, son compulsivas y acto seguido desechadas por las consecuencias que se han ocasionado por un instante de obcecación o intransigencia. E incluso, llevados al extremo, que no se reconozcan como tales porque no se tiene delimitado en donde está el bien y en donde el mal. Sin embargo, están los que por único sentido está simple y rotundamente hacer el mal, son malos no le demos vuelta. Y estos asesinos eran malos. Ignorantes de que vivimos en una sociedad en la que hay que respetar aún discrepando profundamente de las opiniones del contrario, el sentido democrático ha de imperar en todos nuestros actos y disquisiciones por pequeños que éstos sean. Pienso en el por qué llevó a esos hombres a atentar aquel maldito día 11 de marzo. Sabían, o debían saber, que nada conseguirían con su estremecedora acción, tan solo generar odio y resentimiento hacia ellos mismos y sus creencias pero nada más. Afortunadamente son muchos/somos muchos los que sabemos separar el grano de la paja y afirmar que la maldad existe en blancos, negros, amarillos, ricos, pobres, carpinteros, profesores de autoescuela, médicos... Sin embargo, digámoslo, son una infinitésima pequeña minoría. La mayoría, de cualquier sexo o condición, raza o creencia religiosa son buenos. No se olvide.

04 marzo 2008

Estuvo hace unos días en Zaragoza el juez de menores Emilio Calatayud, alguien que nadie conocería si no fuera porque hace años adivinó algo obvio: que el futuro era de los jóvenes. Al ser juez de menores, los actos delictivos que juzga pertenececn a una banda etaria muy concreta, no demasiado extensa pero muy intensa. De cómo se actúe con ellos implicará su porvenir y el de la sociedad en la que viva. Y así impulsó condenas modelo que no por su intensidad sino por su reflexión han credao escuela. Y no se entienda que la levedad es su máxima.´Lo dice muy claro al afirmar que la ley no es blanda y castiga a quien lo merece. Y añade algo que aún no se ha introducido correctamente en la mente de quienes tienen la responsabilidad de educar, los padres: Aquellos que no sepan educar deben aprender a hacerlo. Me recuerda ésto a una viñeta de Mafalda. La madre le increpa tras haber hecho un estropicio. Y Mafalda le responde: "Oye, que tú te graduaste como madre el día en que yo nací, ¿eh?...".
Sí. Nadie nace enseñado. Instruir a cómo ha de conducirse un niño, un adolescente, en la vida es un acto tremendamente responsable para los padres. Y también para la sociedad. Y enseñar con el ejemplo es primordial, en todo. No se olvide.