01 junio 2018

NOTICIAS FALSAS y SALUD: el espacio de la ética profesional.


Un tuit puede causar estragos con solo unos pocos caracteres. De la misma manera que la frase de "Una mentira puede haber recorrido la mitad del mundo mientras la verdad está poniéndose los zapatos" suele ser erróneamente atribuida a Mark Twain, Winston Churchill o Benjamin Franklin, un equipo de investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) ha podido confirmar científicamente que las noticias falsas se extienden mucho más rápido que las verdaderas o reales.

Esa indudable que internet ha acelerado la velocidad a la que las historias pueden viajar por el mundo, tanto para las mentiras, la verdad y todo lo que está en medio, el tiempo de viaje es mucho más rápido ahora, pero
¿cómo saber cuál supera a cuál?.
Los expertos del MIT, Sinan Aral, Soroush Vosoughi y Deb Roy, analizaron 126.000 historias difundidas en Twitter entre 2006 y 2017, con más de 4.5 millones de tuits de unos 3 millones de personas. El equipo utilizó evaluaciones de seis organizaciones independientes de verificación de datos para clasificar la verdad o la falsedad de estas historias, estimando que existen unos 48 millones de bots en Twitter y 60 millones en Facebook (bot: programas que replican de forma mecánica los tuit).

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La falsedad se difunde significativamente más lejos, más rápido, más profunda y más ampliamente que la verdad en todas las categorías de información, y los efectos fueron más pronunciados para noticias políticas falsas que para noticias falsas sobre terrorismo, desastres naturales, ciencia, leyendas urbanas o información financiera", aclaran los autores a la revista Science.
"Mientras que la verdadera vez se difunde a más de 1.000 personas, el 1% de las noticias falsas más virales se difunde rutinariamente entre 1.000 y 100.000 personas". Lo curioso es que estos resultados se cumplían incluso a pesar de que las personas que habitualmente difundían rumores falsos tenían muchos menos seguidores que aquellos que en su mayoría dijeron la verdad, algo que podría haber reducido su poder de promoción de 'fake news'.
 
Esta diferencia no se debe a que las personas realmente prefiramos las mentiraso que seamos conscientes de que eso es lo que estamos promoviendo al retuitear una noticia falsa. Tampoco podemos culpar a los bots. Mientras que los bots aceleraban la difusión de historias falsas, los autores descubrieron que las historias reales recibían un estímulo igual por parte de los bots, lo que sugiere que el problema reside principalmente en los tuiteros humanos.
En consecuencia, los autores buscaron diferencias en las respuestas de los humanos a las historias típicas de verdadero y falso para explicar sus observaciones. Al observar las reacciones a estas historias, descubrieron que las falsas inspiraban mayor sorpresa y disgusto, mientras que las verdaderas tenían más probabilidades de encontrarse con un sentimiento de tristeza, anticipación o confianza. Los autores sospechan que el valor novedoso de las noticias falsas alienta su difusión, pero también parece que el enfado motiva los retuits mucho más que la tristeza al leer un contenido. Es importante no retuitear algo que no sepamos que es verdaderamente cierto, igual en el mundo del guasap.
Así, por ejemplo, los falsos rumores llegaron a su punto máximo en el momento de las últimas elecciones
presidenciales estadounidenses. El estudio encontró que cada ciudadano de Estados Unidos se expuso a al menos tres noticias falsas creadas por bots durante el mes previo a las últimas elecciones presidenciales.

 
¿Solución? Nada tecnológico. Educar la conducta humana.
 
Referencia: S. Vosoughi el al., "The spread of true and false news online," Science (2018). science.sciencemag.org/cgi/doi … 1126/science.aap9559
D. Lazer at Northeastern University in Boston, MA el al., "The science of fake news," Science (2018). science.sciencemag.org/cgi/doi … 1126/science.aao2998
 
 
 
Ahora dirijamos toda esta información hacia el mundo de la salud, a ese espacio tan delicado en el que a una persona la podemos destruir anímicamente por una simple deformación informativa que, posiblemente, genere una subida en bolsa de un producto farmacéutico o todo lo contrario, que lo anule para seguir siendo investigado frente a una enfermedad incurable. Hoy por hoy, como se dice anteriormente, no hay manera de evitar que estas noticias falsas, las ya por todos calificadas como fake news inunden el planeta. Por eso es el momento de la ética personal, profesional, de la opinión sincera y real, por experiencia fundamentalmente, de cada profesional de la salud que anteriormente se ha informado de lo que importa para sus pacientes. La ética es lo que debe imperar en cada acto clínico que hagamos, ya sea informativo o puramente operativo. Y, al contrario, debemos ser imperativos con esas pseudociencias, pseudoterapias que únicamente sirven para crear confusión mientras llenan los bolsillos de desaprensivos arrimados al mundo de la salud para poder llevar una vida cómoda.