Obra de Cecily Brown
DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL.
Ayer fue el Día Mundial de la Salud Mental. Sigue siendo la pariente pobre (ya cada vez más) del sistema sanitario. Aunque se diga lo contrario en foros sociales no es cierto que se haya desterrado el temor a esta enfermedad. Y no digo temor en el sentido de miedo físico, no, sino temor a no estar en la realidad y ser apartado por la sociedad, más aún cuando cada vez es más exigente con quien no es como la masa, tiene un defecto o se siente marginado. Para el político, para el gestor, le es más útil una operación de sustitución de una válvula mitral que una enfermedad psíquica que puede derivar en crónica. Sí, los psicofármacos han mejorado mucho la calidad de vida de los pacientes, pero no basta. El paciente mental precisa el apoyo de un profesional que sepa cómo hacerle mejorar, de un equipo que moldee las situaciones para que las comprenda mejor. Y el capítulo de los ingresos terapéuticos no es baladí. En ocasiones, el paciente ha de ser ingresado en un centro especializado, se llame residencia psiquiátrica o manicomio, da igual, cambian las palabras pero ya nadie entiende lo que era hace sesenta años porque ninguno ya lo es así. Son lugares dignísimos, con equipos de psiquiatras, psicólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, enfermeras... Y es el mal menor cuando en un domicilio no puede mejorar un paciente y sí empeorar. No obstante, cada vez el apoyo presupuestal es más nimio. Por mucho que las Asociaciones de familiares de pacientes psíquicos soliciten su labor, su existencia siempre pende de un hilo. Es inadmisible pensar que en una planta de un hospital general puede rehabilitarse psíquicamente a un paciente con un trastorno psiquiátrico grave, como también es imposible pensar que la rápida integración del paciente en su domicilio, con su problemática social, familiar, laboral, etc... sea siempre lo óptimo. Si lo que ayudó a crear el problema permanece enquistado en la enfermedad, ¿... ayudará a su mejora en cuestión de días...?.
Algunos tildan a este tipo de pacientes, los mentales, como de "juguetes rotos". Y no. Son reparables, mejorables. Y en eso debemos estar todos, porque todos somos susceptibles de caer en una depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia o demenciarnos.
La psiquiatría, la psicología, tienen profesionales cada vez mejor formados, con una elevada especialización proporcionada por la experiencia de ver día a día pacientes diferentes, como todos los demás somos.
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