13 diciembre 2008

Con estos aires que se "respiran" de caídas en picado de sociedades de inversión monetaria que prometían grandes dividendos a quienes les confiaban sus dineros, más nos confirman la estrecha relación existente entre codicia e insensatez, dos males íntimamente inherentes a un tipo de ser humano que infravalora el esfuerzo y el buen hacer.
Le comentaba hace unas horas nada más a un joven profesional, muy bien formado científicamente pero algo desesperado porque no acaba de llegarle su hora, que "su" hora llegó hace ya mucho tiempo... en el momento que decidió dedicarse a una profesión con la que se le paga con algo que no tiene precio y cuyo valor nunca cotizará en bolsa ni llegará nunca a desplomarse como ha sucedido en nuestra sociedad civil.
Los que ya tenemos unas bastantes décadas sobre nuestros hombros sabemos el valor de una sonrisa, una lágrima o simplemente un gracias, éso no tiene precio. Como lo saben también un profesional de enfermería, auxiliar de enfermería o cualquier otro que trabaje en salud. Nada más.

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