05 diciembre 2009


ALIMENTOS.
Desde hace casi 10.000 años apenas hemos cambiado nuestros gustos alimentarios. Seguimos siendo fieles al trigo, maiz y arroz. Y es que desde el neolítico usamos aquellos alimentos que nos proporcionan energía, y por ella, facilitan nuestra subsistencia. Últimamente se ha descubierto que existe un nuevo sabor a los que se creían únicos: dulce, salado, amargo y ácido. Es el umami, lo sabroso. Y también se ha sabido que la esencia de qué comemos se halla en unos receptores existentes en estómago unos y en intestino otros. Ellos tienen la misión de absorber lo que les gusta y por ello decidir si queremos algo salado o dulce. Se pensaba que el cerebro era lo que admitía o rechazaba un alimento pero no. Es el intestino quien en definitiva decide qué nos favorecerá o no lo hará.
Otro aspecto muy importante es la incorporación a nuestra rutina alimentaria aquellas sustancias que amplían sabores, mezclados con los tradicionales y el público no se habitúa a ellos con la frecuencia que podría ser entendida como normal. Me refiero a las especias, los condimentos en forma de hierbas, jugos de frutas, etc. Nuestra dieta debiera ser más amplia, no solamente por motivos dietéticofisiológicos sino para instar a nuestro cerebro a sensaciones nuevas que le estimulen. En treinta años tendremos una sociedad enormemente envejecida, en parte debido al éxito sobre la enfermedad. Sabemos que comemos lo que nos gusta por medio de la memoria de sensaciones pasadas agradables, y eso favorece rutina que se está estudiando no puede ser positivo para un organismo que muta generacionalmente. Tal vez por ello se lucha ferozmente frente a la comida basura, porque a saber qué descubrirán en los organismos de jóvenes y no tan jóvenes en su vejez, que aún en ella se empeñan en seguir consumiendo tal tipo de alimentación...
Lo dicho, el usimi debiera ser más frecuente en nuestro medio. Sentir la explosión de las especies del otro lado del mundo en un plato es una experiencia en nada comparable con otra, aunque el alimento sea algo tan sencillo como trigo en forma de sémola y conocido como cuscús, por ejemplo.

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