18 junio 2009


LA CULPA: esa conocida.
Hace años, el sentimiento de culpa no era solamente un añadido importante a la conciencia de una bienpensante sociedad. Formaba parte de la personalidad imperante de un ser humano al que se le exigía, que no pedía, renuncias constantes. Tal vez por ello sea que estanterías llenas de manuales de autoayuda pueblan librerías de nuestro entorno más cercano, advirtiendo de los peligros de una conciencia excesivamente severa o escrupulosa, proporcionándonos herramientas para evitar culpabilizarnos, y librarnos de una vez por todas de ese sentimiento negativo y perturbador.
En frecuentes ocasiones, la culpa constituye casi un diagnóstico psicopatológico que, como la esquizofrenia o la depresión, bien podría estar incluido en la DSM -IV o la CIE-10. Posiblemente fuera el psicoanálisis quien desde el mundo seglar exigiera la re-visión de nuestras acciones para descubrir aquellos pasos que nos impidieran sentirnos satisfechos con nuestras obras.
Satisfacción y disfrute, sano disfrute del acto libremente ejecutado, ha sido mal visto, algo ocultaba... se pensaba. Y no. Sea por una u otra explicación es que el viviente de hoy acude a que se le explique una existencia para él incomprensible y sobre todo... invivible.
Fuera de hedonismos que tan solo banalizan al ser humano, sin añadirle el IVA de su madeja cognitiva, la culpa debiera estar menos presente en nuestro rededor, señal inequívoca de que nuestras acciones solamente portaban nuestra ética funcional, la que no engaña, no traiciona, sino que cumple con su misión aceptada y reconocida por todos,... o no, aunque en ocasiones nos equivoquemos...

1 comentario:

Aventurero 66 dijo...

LO CONOZCO…
Y la imagen…, le hace justicia.
Atrofiadas las extremidades no tienes con qué derribar el ario y traslucido hormiguero implantado a milímetros silenciosos en tu real anatomía.
Atrapada tu vida a pequeñas dosis de un trabajo continuo, te encuentras relleno como un fardo inmóvil saturado de deberes ajenos, y atiborrado, de posos colados.
Ya desfigurado y al filo del abismo…, desplomas la mente e inclinas la cabeza vencida por el peso de las culpas. Te encuentras poseído y preñado de parásitos danzantes sacudiendo su lastre…
Tomaron tu vientre, y ellos se escabullen entre aromas de café, volteretas, y danzas.
Y Tú… Sigues inmovilizado.
Terrible embarazo fuera de útero, del que ni padre ni madre conoces. Debes deshacerte de tan monstruosa brutalidad.
¡¡YA!!
CON LA MAYOR CELERIDAD.