26 julio 2009

MENTE y CUERPO.

Cada vez es menos extraño aceptar la relación existente entre le mente y el cuerpo, o lo que es lo mismo cómo influyen distintas alteraciones psíquicas sobre patologías concretas. Se sabe que cerca del 60% de los pacientes con depresión experimentan síntomas álgicos, o que casi el 30% de pacientes con dolor crónico puedan tener depresión, o que el 30% de los pacientes con dolor también presentan ansiedad.

Se conoce que la satisfacción con la propia vida se asocia a la longevidad en la edad adulta y avanzada, y los estados negativos, a mayor mortandad a esa edad.

Y es que a cada temperamento y rasgos de personalidad se le asocian determinadas dolencias o riesgo de padecerlas. Por ejemplo, los sujetos hostiles tienen mayor riesgo cornario, ictus, hepatopatías e hipertensión, más bajas laborales por causas médicas, más mortandad por todas las causas y más problemas de índole psiquiátrico. Otro ejemplo es el neuroticismo, una dimensión temperamental, de base genética identificable, según la cual, los sujetos con un grado elevado presentan mayor riesgo de sufrir síntomas somáticos y enfermedades médicas, tienen peores hábitos de salud, evolucionan peor, mueren más tempranamente y sufren anomalías cerebrales.

Todo lo dicho anteriormente se circunscribe dentro del apartado de Medicina Psicosomática, un área que cada vez se estudia con mayor precisión, separando lo anecdótico de lo verdadero y pragmáticamente demostrable.

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