06 julio 2009


VOLVERSE MÁS HUMANO.
"Ahora soy mejor persona. La parte mala me la han quitado los cirujanos". Estas palabras que suenan a contento con la situación actual y apesadumbramiento con el pasado las dijo el conocido y famoso profesional del golf, Severiano Ballesteros, hace dos semanas aproximadamente con motivo de la presentación en sociedad de la Fundación que lleva su nombre y cuyo objetivo fundametal será la investigación contra el cáncer. Y añadió "Ahora, lo que más me preocupa es que mis hijos tengan una buena educación, que es la mejor herencia que les puedo dar, y sobre todo, que sean buenas personas...". Y concluyó con una frase que me ha hecho pensar mucho. Dijo: "La enfermedad me ha cambiado. Me ha hecho más humano...".
¿Por qué perdemos tan a menudo la condición inherente con nosotros, los humanos...?. ¿Por qué siempre, acertamos a desear lo que tenemos, la vida, lo más importante, y todo lo que ella conlleva cuando estamos en el límite de perderla...?.
Me comentaba un compañero que trabaja en el servicio de Urgencias de un gran hospital, cuántas veces no se descontrolaría para decirle a quien llega destrozado por la puerta de entrada habiendo puesto en peligro su vida y la de otros tantos por hacer salvajadas, que son propias de animales salvajes, no de personas con cerebro. Y evidentemente no es el caso de Severiano Ballesteros.
Como humanos, tenemos la obligación de usar bien este gran órgano, el mayor en valor real y simbólico, el que nos faculta amar y odiar, lo que mueve el mundo . Somos cerebrales. Pensamos. Y nuestros pensamientos siempre deben ir orientados hacia lo que hoy se dicen son virtudes perdidas y que yo situaría más bien en el límite de la sensatez, el sentido común, la reflexión, que solamente es al principio, después es automática, como el cerebro automático que tenemos todos, llamado también vegetativo, situado en el tallo cerebral y el hipotálamo.
Sí, somos libres para ser como queramos. Pero un gran filósofo francés dijo que "estamos condenados a la libertad". Y para esa condena no hay indulto que valga... La única autoexigencia que nos puede dar la libertad es no ser imbéciles, palabra que deriva de de baculus, palabra latina que significa bastón: el imbécil es el que necesita bastón para caminar. (Y que nadie se enfade por haber "cazado" al vuelo está etimología para llevar el agua a mi molino... ). Por eso me interesa tanto lo dicho por este protagonista, porque me conduce a pensar en el por qué no se valora lo que no tiene precio, ninguno... la humanidad.
Severiano Ballesteros lo dijo. "Soy más humano". Yo añado, ...aunque su cáncer fuera cerebral. Y sepa, señor Ballesteros, que a partir de ahora, como dijo el antiguo poeta latino, nada de lo que es humano puede parecerle ajeno... Bienvenido.

1 comentario:

roca de arena dijo...

Sí. “SOMOS LIBRES PARA SER COMO QUERAMOS, PERO ESTAMOS CONDENADOS A LA LIBERTAD”, y sí, Doctor, después de meditar un buen rato sobre estas palabras de su escrito, sigo refiriéndome a él…, y gracias a Dios no hay indulto para tan necesaria condena.
Una cosa es nuestra personal e intransferible estructura sentimental, nuestra columna vertebral física, y nuestra “piedra filosofal” como individuos… y otra, nuestro comportamiento necesario, mediático e inaplazable en la vida que nos toca vivir. Con estas circunstancias tenemos que contar. Hay momentos en que unas y otro “aparentemente” chocan de frente y parece que el cataclismo es inminente…, pero…, sigo con su interesante lectura y resulta que ¡SÍ!, que somos seres humanos inteligentes y siempre que desarrollemos nuestros actos con la humanidad e inteligencia de la que estamos dotados, yo, saco la conclusión, de que los resultados serán buenos para todas las partes implicadas. La satisfacción que puede proporcionarnos este tipo de comportamientos (amén de hacernos buenas personas) no puede igualarse a ninguna fortuna. Las lleva todas implícitas…, porque como usted mismo concluye: “NADA DE LO QUE ES HUMANO NOS PARECERÁ AJENO”: